Según Schweinsteiger (2019), “es importante entender la violencia para prevenirla”. Pero la compresión, especialmente de un evento violento, que genera diariamente diversas opiniones, y que se puede leer desde diversas realidades, necesita ser evaluada desde su “epicentro” (Lederach, 2009). Y esa búsqueda de la esencia, puede ser o no comprendida, dependiendo del actor que la observa.
La reacción violenta en un territorio vulnerable y vulnerado, siempre tendrá una justificación desde las brechas de desigualdad generadas en la sociedad. ¿Qué oportunidad tiene un joven que crece en un territorio sin acceso a servicios públicos de calidad, sin centros de educación adecuados y con evidentes problemas de hacinamiento? Estas evidentes desigualdades podrían explicar el hecho violento. Sin embargo, esta lectura puede ser muy difícil de comprender para los actores que no han tenido que convivir en espacios de carencia. Por tanto la violencia desde un lado, puede ser un grito de auxilio; y desde otro, una acción meritoria de castigo en términos legales, por no encajar con las líneas de una sociedad “correcta”.
El “aviso” que se da a través de un acto violento sobre una problemática o desacuerdo, puede ser manejado desde la apertura de espacios de diálogo, negociación y consenso; para aplacar en alguna medida la acción violenta. Según Pruitt y Thomas (2008), el diálogo “constituye una parte esencial de la resolución de conflictos y de los procesos de prevención”. Por otro lado, para estos autores, la negociación “pone fin al conflicto, pero no trae paz verdadera entre los pueblos, dado que ésta requiere cambios cualitativos en las relaciones humanas”.
Pero ¿a dónde se desea llegar con estos espacios? Pues a futuros donde las relaciones de poder se sostengan en equilibrio y las brechas de desigualdad disminuyan, a un umbral de bienestar adecuado para todas y todos. ¿Escenarios idealistas? No. Escenarios necesarios para acabar con el histórico proceso de vulneración de derechos humanos que ha sufrido una parte de la sociedad.
El interés de llevar a cabo planes de desarrollo es generalizado. Sin embargo, las perspectivas de la construcción del desarrollo, son diferentes, dependiendo de los actores involucrados. No todos los territorios necesitan el mismo tipo de desarrollo o construcción de paz. Y esto es igual en términos de la prevención de la violencia: no todos los escenarios necesitan la misma intervención en términos de prevención. Sin embargo, todos estos procesos concentran como línea base la erradicación de brechas de desigualdad, la construcción de relaciones equilibradas y el alcance de umbrales de dignidad igualitarios.
La construcción de una sociedad libre de violencia, en interés de construir la paz deseada, debe partir de un diagnóstico territorial. Y analizar las estrategias posibles en un ambiente de construcción del desarrollo, de forma colectiva.
Medir el interés de participación de las partes, para acabar con los conflictos y dar paso al desarrollo es otro tema que se debe tomar en cuenta. ¿Cómo se logra la participación activa en espacios de diálogo si los intereses de desarrollo pueden ser tan diferentes por parte de los actores en el territorio? ¿Posibilitan estas diferencias, e interés en la participación, la acción de violencia?
“Prevenir la violencia requiere un abordaje sistémico” (Monterrosa, 2021) y hablar de desarrollo, también lo requiere. Es decir, no se puede —o no se debería— concebir el sostenimiento de espacios de desigualdad, sino más bien, incorporar las necesidades reales, que han sido cuidadosamente “escondidas” a través de la aplicación y lectura conveniente para algunos, de diferentes indicadores de país1; y así proponer procesos de desarrollo inclusivo.
Según Curle, (2000), “la Paz es un estado de bienestar, y el bienestar implica “desarrollo”. Esta construcción de paz, es vista generalmente como el fin último. Sin embargo, es un proceso al igual que el desarrollo y la prevención de la violencia. Todos estos conceptos finalmente encaminados a la búsqueda de la dignidad.
La relación no parece evidente ya que los conceptos son utilizados en el territorio, de forma separada. Se promueven diversos proyectos y planes que les contemplan, pero no les unifican. Se suele observar el surgimiento de programas separados. El reto ahora es el planteamiento de la construcción de territorios de paz, que pase por la prevención de la violencia y que genere espacios de desarrollo consensuados.
1 Cómo el paso de renta baja a renta media, que se dio hace algunos años en El Salvador (Ministerio de Relaciones Exteriores, 2010)
Referencias: