La temática de desarrollo lleva mucho tiempo siendo abordada desde las distintas perspectivas de los estudiosos, y desde la academia se ha impulsado su estudio y análisis. La construcción de una definición universal y aplicable a todas las personas parece una tarea casi imposible, debido a que los componentes que deberían ser tomados en cuenta al desarrollar dicho tema tienden a variar.
Es válido aclarar que no se está señalando que las definiciones son contrarias las unas con las otras, es más, entre ellas mismas se complementan. Sin embargo, las visiones según la realidad, los antecedentes, las concepciones, entre otros, provocan el surgimiento de ideas de desarrollo propias.
Existen elementos claves que precisan estar presentes al momento de hablar de desarrollo, tales como la inclusión social, el desarrollo económico, la sostenibilidad ambiental, disminución de la desigualdad, dignidad. Todos estos elementos no deberían ser tomados individualmente sino como un conjunto.
Si se comete el error de enfrascar el término de desarrollo a alguno de estos elementos sin incluir los demás no se logrará un avance correcto, ya que, tal como la historia lo ha demostrado, el encerrar al desarrollo en lo económico ha sido, en muchas ocasiones, lo que ha provocado que se determine una región como <<desarrollada>> porque los indicadores cuantitativos así lo demuestran, pero al mirar de cerca la realidad de las personas, hacen falta muchos más elementos, es decir, el aspecto cualitativo.
La profundización en el estudio del desarrollo permite una visión amplia, donde se deja de lado la idea de que sí existen centros comerciales, parques, crecimiento en la infraestructura del país es automáticamente sinónimo de desarrollo. Para esto, se deberá interiorizar la idea de que desarrollo no es una meta, sino una condición o estado, por tanto, el seguir construyendo grandes edificios o tener una ciudad urbanizada no será el propósito por alcanzar.
Jeffrey Sachs hace referencia a que la erradicación de la pobreza es el mayor problema que afronta el mundo en la actualidad y una condición indispensable del desarrollo sostenible (Sachs, 2015)[1]. Sin embargo, lo anterior puede ser una visión reducida del desarrollo sostenible, donde aparentemente al tratar la pobreza se están abordando los demás aspectos.
La pobreza es definida por la Organización de Naciones Unidas como la condición caracterizada por una privación severa de necesidades humanas básicas, incluyendo alimentos, agua potable, instalaciones sanitarias, salud, vivienda, educación e información (Spicker, 2009)[2]. Por lo tanto, los ingresos monetarios y el acceso a servicios, en la visión de la ONU, determinan la existencia de los pobres.
Lo anterior, hace que surja el cuestionamiento respecto a que si estos ítems son los indicados para establecer si se ha reducido la pobreza o no, en un país, y junto a ello, si se ha logrado el desarrollo de la población. Si la respuesta a esto es afirmativa, se cometería un error, debido a que, en la realidad de las personas se puede comprobar que la reducción de la pobreza no significa que exista un desarrollo real y sostenible.
Dada Hirezi hace una aclaración muy acertada respecto a la pobreza, cuando menciona que la reducción del número de pobres no indica necesariamente una mayor equidad entre los deciles en que se divide estadísticamente a la población (Dada, 2018)[3], es decir, menos pobres no significa una mayor equidad.
En la búsqueda de esa tan ansiada equidad entre la población de un país, se debe recurrir al diseño de políticas públicas que permitan cambios estructurales. No obstante, este proceso de cambio no será de un día para otro, sino que será preciso realizar una distribución de las actividades productivas de manera ordenada e igualitaria.
Las políticas por implementar, desde un enfoque sistémico del desarrollo, deberán abordar el sector económico, claro está; pero no bastará con esto, sino que será necesario tomar en cuenta de manera simultánea las políticas sociales, ambientales y culturales, que estas sean participativas, y que se conformen desde abajo hacia arriba, dejando de lado la imposición, y el error de no tomar en cuenta la realidad de las personas que viven en dichos territorios.
Lo antes mencionado, será el camino para generar cambios sustanciales en el campo económico, pero a la vez, se dará paso a una transformación en la organización social, y de esta manera se abordarán aspectos que normalmente son dejados de lado, tales como el cuido de la naturaleza, la dignidad, y la igualdad social. A su vez, se le permitirá a la población el desarrollo de sus capacidades para incidir en la realidad acompañado de un cambio estructural.
El enfoque de las capacidades, planteado por Martha Nussbaum, se ocupa de la injusticia y la desigualdad sociales arraigadas y […] asigna una tarea urgente al Estado y a las políticas públicas (Nussbaum, 2012)[4].
Este enfoque, según lo que plantea la autora, puede considerarse como una estrategia ideal para la mejora en la calidad de vida de una población, ya que está orientado a la promoción de las capacidades humanas más importantes, por medio del desarrollo de las capacidades internas, ya sea a través de la educación, de los recursos necesarios para potenciar la salud física y emocional, del apoyo a la atención y el cariño familiar, de la implantación de un sistema educativo, o de otras muchas medidas (Nussbaum, 2012)[5].
En El Salvador se han dejado de lado muchos de los aspectos planteados por Nussbaum, ya que las estrategias han sido creadas para lograr una reducción de la pobreza, manteniendo los mismos aspectos estructurales del país, donde no se ha buscado una reducción en la desigualdad de la sociedad salvadoreña, sino que se han implementado medidas paliativas para que los índices cuantitativos vean una mejoría, pero no un verdadero cambio en el sistema económico, social y cultural de la nación.
Los últimos gobiernos de Francisco Flores, Antonio Saca, Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén se han centrado en suavizar la realidad de algunos sectores de la población, el sector de los <<más necesitados>>, sin embargo, mientras los ricos se sigan haciendo más ricos, los pobres seguirán siendo más pobres.
Para ello, se podría tomar como guía lo que plantea Nussbaum, cuando menciona que un orden político aceptable está obligado a procurar a todos los ciudadanos y ciudadanas un nivel umbral de estas capacidades centrales: 1) Vida, 2) Salud física, 3) Integridad física, 4) Sentidos, imaginación y pensamiento, 5) Emociones, 6) Razón práctica, 7) Afiliación, 8) Otras especies, 9) Juego, 10) Control sobre el propio entorno político y material (Nussbaum, 2012)[6]
Si dichos gobiernos hubiesen incluido en sus planes quinquenales estos aspectos, pero promoviendo, al mismo tiempo, cambios en el sistema y sus estructuras, sería posible establecer que se trabajó en la reducción de la desigualdad, y de esta forma, encaminar a El Salvador a un desarrollo sostenible. Ahora bien, lo anterior no ha sucedido, por lo que, aunque el país lleve ciertos atrasos en la materia de desarrollo, queda en manos de las generaciones presentes y futuras hacer el uso correcto de lo planteado por los estudiosos del tema, y aplicarlo según las necesidades de la población salvadoreña, tomando en cuenta aspectos, no solamente cuantitativos, sino cualitativos, que generen un cambio endógeno.
[1] Referencia: Sachs, Jeffrey D. (2015) La era del Desarrollo Sostenible. Nuestro futuro está en juego: incorporemos el desarrollo sostenible a la agenda política mundial. (p. 558) Ediciones Deusto, Barcelona. Recuperado de: https://www.planetadelibros.com/libros_contenido_extra/31/30978_La_era_del_desarrollo_sostenible.pdf
[2] Spicker, Paul (2009) Definiciones de pobreza: doce grupos de significado. (p. 294) Editorial CLACSO. Buenos Aires. Recuperado de: http://biblioteca.clacso.edu.ar/gsdl/collect/clacso/index/assoc/D9376.dir/06spicker.pdf
[3] Dada Hirezi, Héctor (2018) Piketty y la desigualdad: una visión desde El Salvador. (p. 341) Antología del pensamiento crítico salvadoreño, CLACSO. Recuperado de: https://drive.google.com/file/d/1M1P_gSqiIwFbQb-Fq0bpq1j4OyNiOWym/view
[4] Nussbaum, Martha C. (2012) Crear capacidades. Propuesta para el desarrollo humano. ( p.38-39) Paidós. Barcelona, Buenos Aires, México. Recuperado de: https://drive.google.com/file/d/1wW5TK3E7V4NiU5KJK30nvU_KyaFLlVef/view
[5] Ibidem, (p. 41)
[6] Op. Cit. (p. 53-54)