“La exclusión no solo es material, sino también subjetiva y simbólica, y las luchas contra la exclusión no se sustentan solo en la igualdad, sino en el reconocimiento de las diferencias”
(Vargas Valente, 2008)
Hablar de desarrollo y sostenibilidad en El Salvador implica analizar una estrecha línea de tiempo en la que se observa como diversas organizaciones han logrado establecer a lo largo de la historia una capacidad de participación en ámbitos políticos, económicos, sociales, culturales y medioambientales. La Economía Social y Solidaria (ESS) pretende alcanzar dicho objetivo, pues esta hace referencia al conjunto de iniciativas socioeconómicas individuales o colectivas, en la que el bienestar social y las necesidades de las personas son más importantes que el beneficio o el lucro; por lo tanto, como lo expresa (Nobre, 2015):
Gran número de experiencias de economía solidaria son animadas por mujeres o destinadas a ellas. Las mujeres evalúan su participación no sólo desde el punto de vista de la remuneración económica, sino que valoran el aprendizaje, la convivencia, la posibilidad de tratar temas como la violencia contra las mujeres o la salud reproductiva […] En una combinación de análisis y práctica, la economía solidaria, en diálogo con la economía feminista, abre la posibilidad de superar fragmentaciones entre producción y reproducción, entre lo político y lo económico (pag.7)
Entendiendo así que la teoría feminista se refiere a un estudio sistémico de las condiciones de las mujeres, su papel en la sociedad y las vías para lograr su emancipación (Gamba, 2008).
En El Salvador, el surgimiento de organizaciones feministas tuvo su primera aparición en los años 70´s, donde sus fundadoras fueron partícipes de forma directa en la defensa de derechos humanos, transformaciones políticas, sociales y económicas; asimismo, Norma Herrera líder de la época, afirmó que dicha lucha no dejaba en el olvido las reivindicaciones de género pues “las mujeres salvadoreñas aún tienen que resolver muchas necesidades reivindicativas propias, como el problema del machismo, que es un problema cultural y muy arraigado” (Herrera citado en Benavides, Damon, & Herrea, 2008. Pág. 88).
Estar conscientes de que no era suficiente cambiar el clasismo, sirvió de motivación para una reflexión sobre la necesidad de mostrar a la sociedad la discriminación hacia las mujeres por la simple razón de su sexo. Fue así que, entre 1990-1992 el surgimiento de organizaciones feministas incrementa; se constituyen instituciones como CEMUJER, Las Dignas, Flor de Piedra y Las Mélidas. Sus fundadoras se caracterizaron por su experiencia y vivencias bajo una sociedad capitalista patriarcal. Para 1994 a 2004, se constituyó ACF, La Asociación de Madres Demandantes (AMD), NDRYSAS, AESPARLEXSAL y La Colectiva Feminista para el Desarrollo Local. La creación de dichas organizaciones tuvo por incentivo las transformaciones estructurales que permitiesen la participación de las mujeres en ámbitos políticos, sociales, medioambientales y económicos. Esta lucha constante, comenzó a ver el resultado de su esfuerzo a partir de la década de los noventa, donde se señala que “el Movimiento de las mujeres ha alcanzado mayores niveles de manifestación pública y un perfil de lucha por demandas específicas de las mujeres” (Herrera citado en Benavides, Damon, & Herrea, 2008, Pág. 90) debido a que al finalizar la guerra, las organizaciones feministas se concentraron en la creación y articulación de sus propias agendas feministas y de género que, posteriormente, les permitió impulsar entre 1995 y 2006 diversas estrategias y acciones que buscasen garantizar los derechos de las mujeres erradicando la subordinación de género.
Bajo este contexto, las diversas organizaciones feministas han adoptado en sus luchas un enfoque de sostenibilidad; asimismo, han retomado el reconocimiento de la naturaleza como un derecho, permitiendo así, en el año 2018 la conformación del movimiento ecofeminista de El Salvador que precisamente tiene como propósito visibilizar las luchas constantes de las mujeres en condiciones de vulnerabilidad desde sus territorios, pues “solo un encuentro entre las miradas ecologista y feminista pueden contribuir a alumbrar otro paradigma que sitúe en el centro de interés la conservación de una vida humana digna y compatible con la naturaleza” (Herrera citado en Cortés, 2019). Logrando así la promoción de hábitos de consumo consientes y responsables vinculando un fortalecimiento de la participación de las mujeres en las áreas laborales, sociales, políticas institucional, cultural, económicas. Adicionalmente se debe promover y fortalecer el apoyo a organizaciones de mujeres, sobre todo a aquellas que han ido generando un cambio e impacto significativo en la lucha por la defensa de sus derechos y también sumado a ello el resguardo de los recursos naturales; que son el medio por el cual las sociedades se desarrollan, no solamente en términos monetarios; sino también en la generación de capacidades vinculadas con los territorios, acorde a las características particulares que estos poseen, en la lógica del desarrollo territorial que entre otras cosas apuesta por lo endógeno y por una visión sistémica en la cual lo económico, político, ambiental y socio cultural son parte importante del mismo.
Bibliografía:
Benavides, B., Damon, C., & Herrea, M. (2008). Movimiento de Mujeres en El Salvador 1995-2006. San Salvador: FUNDE.
Cortés, C. (04 de Septiembre de 2019). Heinrich Boll Stiftung. Obtenido de Heinrich Boll Stiftung: https://sv.boell.org/es/2019/09/04/movimiento-ecofeminista-de-el-salvador-en-un-contexto-de-crisis-ambiental
Fondo de Población de las Naciones Unidas. (Junio de 2022). Bono demográfico de género y su impacto en el crecimiento económico de El Salvador . Obtenido de https://elsalvador.unfpa.org/sites/default/files/pub-pdf/cuadernos2_bonogenerosv_2022.pdf
Gamba, S. (2008). Feminismo: historia y corrientes. Obtenido de https://planovicr.org/curso/funcionarios/sesion_3/Feminismo_historia%20.pdf
Nobre, M. (Enero de 2015). Economía solidaria y economía feminista: elementos para una agenda . Obtenido de https://www.economiasolidaria.org/sites/default/files/papeles%2004%20cast_0.pdf
Vargas Valente, V. (Julio de 2008). Feminismo en América Latina. Perú: Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú: 2008-08617.
YSUCA. (24 de Octubre de 2021). La mina Cerro Blanco dañara a El Salvador. Obtenido de https://ysuca.org.sv/2021/10/la-mina-cerro-blanco-danara-a-el-salvador/