A lo largo de los cursos de la maestría hemos abordado el concepto de desarrollo desde una perspectiva sistémica y multidimensional que va más allá de la visión económica tradicional que usualmente conocemos. Tomando en cuenta esta premisa donde las cosas van más allá de lo evidente debemos considerar cómo el conflicto, los problemas o “pleitos” sociales, también van más allá y tienen una causalidad más compleja a la que pensamos.
Según el estudio de opinión para evaluar la situación del país, realizado en 2021 por el Instituto Universitario de Opinión Pública de la UCA (IUDOP), la delincuencia y los aspectos económicos han sido los problemas sociales principales de El Salvador en los últimos diez años, siendo los problemas económicos los de mayor frecuencia a finales de 2021; pero con apenas 5 puntos de diferencia con la delincuencia. (IUDOP, 2022)
Pero entonces, ¿cómo se relacionan los conflictos con el desarrollo? Para Gallopín, G. (2003): “El desarrollo sostenible implica cambio…”, y los cambios usualmente encuentran resistencia por parte de los actores involucrados y los mismos sistemas; de la misma forma como cuando estamos pequeños y nuestros padres nos obligan a dormir en habitaciones separadas sin ellos, o cuando queremos hacer el cambio de velocidad en nuestros vehículos sin presionar el embrague; habrá resistencia, resistencia por el miedo al desconocimiento, o por no seguir un proceso como se debe. Esos cambios ligados a la idea de desarrollo, para nuestros ejemplos: el desarrollo de la independencia del niño/a o para avanzar con mayor velocidad en el vehículo, son necesarios pero que si no se gestionan adecuadamente pueden agravarse a tal punto de generar violencia como catalizador de la resolución de un conflicto.
Otra de los escenarios mediante los cuales se relacionan los términos de desarrollo, conflictos e incluso violencia es la referencia que nos expone Gilligan, J. (2000), esto ligada a la brecha de desigualdad que existe en los territorios, y como entre mayor sea la brecha y más alto sea el coeficiente de Gini, habrá mayores actividades delictivas relacionadas con la violencia y por consiguiente habrá un menor bienestar en la población de estos territorios a raíz de estos actos catalogados como de violencia crónica por Adams, T. (2012).
¿Cómo debemos enfrentar estos conflictos? Ese es el punto, no es algo que debamos enfrentar o luchar contra, sino adoptar las diferencias, las dificultades y los “pleitos” que surgen en los procesos de desarrollo y en las relaciones humanas como parte de los procesos y no necesariamente algo negativo; de igual forma debemos identificar las formas de concientización, mediación y de negociación donde los diferentes actores de los sistemas estén satisfechos de sus roles y aportes a los sistemas y cómo estos pueden ir cambiando. Me quedo con el aporte que Gilligan, J. (2000) nos hace en su texto: “La prevención primaria [de los conflictos y por consiguiente de la violencia] puede también describirse en términos más positivos: asegurar que la gente tenga acceso a los medios para alcanzar un sentimiento de autovaloración, tal como la educación y el empleo, y un nivel de ingreso, riqueza y poder que es igual al que cualquier otra persona pueda gozar, universalizando la democracia política y social.”
Referencias:
https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/5763/S033120_es%20.pdf?sequen
https://uca.edu.sv/iudop/wp-content/uploads/Bol.-Eva-de-ano-2021-MOD.pdf