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Estratificación social: el sostén de la desigualdad.

31/10/2025
 
Helen Marlucy Hernández.
Estudiante primer año MDT

Cuando nos referimos a estratificación social se puede entender como una forma de organización jerárquica de individuos y grupos dentro de una sociedad, que está condicionada a partir de desigualdades en el acceso a recursos. Aunque, se ha naturalizado como si fuera un fenómeno inevitable, “algo que debe suceder”, se ha demostrado desde la sociología y sus diversos autores, que es producto de procesos históricos y estructurales que condiciona las oportunidades de vida de las personas (Blanco,2000). La posición dentro de las escalas sociales no depende únicamente de la voluntad individual, sino que están determinadas por factores como el nivel educativo, la ocupación, el ingreso, el género, la pertenencia étnica y el capital cultural, que ubican a las personas en distintos estratos (Quijano, 2014).

De acuerdo a lo planteado por Blanco (2000), históricamente la estratificación social ha adoptado distintas formas, maneras y se ha conservado; en las sociedades antiguas su forma de expresión fue en sistemas de esclavitud, donde las personas eran tratadas como propiedad; en otros contextos cómo en la India se materializó en castas, donde dependiendo de donde nacías así sería el estatus social al que estabas destinado a pertenecer de manera inamovible; también se manifestó en los sistemas estamentales, propios de Europa, en donde la nobleza, el clero y los campesinos ocupaban posiciones jerárquicamente diferenciadas. En tiempos actuales, estas manifestaciones han evolucionado, pero han dado lugar al sistema de clases sociales, el cual se caracteriza por la separación basada en el acceso a los medios de producción, el ingreso económico y las oportunidades de movilidad social. Es así como la estratificación social ayuda a reflejar cómo las sociedades se organizan para distribuir el poder, las relaciones sociales y los recursos, lo cual tiene una influencia no solo en el acceso a bienes materiales, sino también en la forma en que las personas son tratadas y valoradas por otras y por sí mismas.

En ese sentido más allá de organizar a las sociedades, se conforma una estructura que sostiene las desigualdades; donde no solamente se trata de reconocernos como individuos diferentes, con necesidades y formas de pensar diferentes, sino también de entender cómo esas diferencias que se manifiestan a nivel colectivo se convierten en posiciones jerárquicas que limitan el acceso a recursos y oportunidades. La exclusión social puede ser entendida como el proceso que materializa las desigualdades mediante la creación de barreras que separan a los grupos (Blanco, 2000); es decir que quién nace en condiciones adversas económicamente en el marco del sistema de estratificación social existente, es ubicado en una clase específica que condiciona las oportunidades de vida a las que podrá acceder, restringiendo sus libertades y el sistema de estratificación se encargará de reforzar su pertenencia al estrato social determinado.

De manera complementaria, Bourdieu (1986) plantea que las posiciones sociales no pueden ser solamente definidas por los recursos económicos, sino también por la acumulación desigual de otro tipo de capitales cultural, social y simbólico. Cuando estos son distribuidos de manera desigual, se construyen jerarquías difíciles de superar, y además esto explica cómo las barreras de acceso a la educación, el empleo o la participación política refuerzan la exclusión. De esta manera, podemos entender que la estratificación social no solo establece posiciones jerárquicas en función de los capitales económicos, culturales y sociales (Bourdieu, 1986), sino que también, dentro de los territorios, condiciona el acceso desigual a recursos y oportunidades.

Blanco (2000) señala que la estratificación se convierte en un principio organizador de la vida social, que marca las diferencias entre grupos y delimita sus posibilidades de movilidad. Cuando estos procesos los planteamos dentro de los territorios se traduce en la desigualdad, donde las jerarquías sociales se pueden manifestar por medio de la segregación urbana y así limitar el derecho a la ciudad, ya que ciertos sectores concentran servicios, seguridad y oportunidades, mientras que otros se enfrentan a condiciones precarias, perpetuando así las dinámicas de exclusión social en el espacio físico (Harvey,2009)

En cuanto a los territorios conformados por sus actores que se encuentran inmersos en estructuras que estratifican y jerarquizan, es posible ver como algunas de las expresiones de esta jerarquización impactan, como la segregación de las ciudades, la cual hace que existan espacios habitacionales en zonas privilegiadas con condiciones como servicios básicos, cercanía, seguridad, áreas verdes con mantenimiento, y existan zonas “marginadas” las cuales tienen características de riesgos, falta de algún acceso de servicio básico, inseguras, donde prevalece una o varías de esas condiciones.

Al poner en perspectiva la ciudad de San Salvador, podemos ver que posee unas de las tasas de urbanización más alta de Centroamérica con un 73.44% de la población que reside en zonas urbanas (Cañada & Ortiz, 2022). Este crecimiento ha estado marcado por una distribución desigual, con desplazamientos internos, expansión hacia las periferias y concentración de las actividades productivas en las zonas urbanas.

Perlman (2010) señala que los habitantes de las favelas en Río viven procesos de estigmatización, lo que limita la oportunidad de acceder a empleos, no solo por la falta de servicios, sino por la carga simbólica que representa vivir en un lugar que está asociado a la pobreza, violencia e ilegalidad. En el contexto de El Salvador muchas familias viven en asentamientos informales donde no solo carecen de servicios básicos, sino que enfrentan discriminación cuando buscan empleo debido a la dirección de residencia que colocan en sus currículums. Esto es una muestra de lo que señala Bourdieu (1986) donde los diferentes tipos de capitales económicos, sociales y culturales se distribuyen de forma desigual, y están íntimamente ligados al contexto territorial.

Conclusiones y reflexiones

La relación que existe entre la estratificación y la exclusión social, se debe a que la primera organiza la desigualdad y la sustenta en un sistema de ideologías planteadas y propuestas por quienes están en el poder (Blanco, 200), mientras que la segunda surge en la cotidianidad, y se ve manifestada por medio de instituciones y prácticas que limitan las libertades, derechos a los recursos y oportunidades que deben estar destinadas para todas las personas.

La estratificación social se materializa en las ciudades y en los territorios mediante procesos de segregación, mientras algunos sectores concentran proyectos de inversión, mejoramiento de espacios públicos y servicios de calidad, otros están relegados a condiciones precarias que limitan su desarrollo y restringen sus libertades. Mantener estás dinámicas produce un círculo vicioso en el que los territorios marginados reproducen pobreza y exclusión, mientras que las zonas privilegiadas concentran los beneficios.

Referencias

Bourdieu, P. (1986). The forms of capital. In J. Richardson (Ed.), Handbook of theory and research for the sociology of education (pp. 241–258). Greenwood.

Blanco, Ana (2000). La estratificación social. Universidad de León. España

Harvey, D. (2009). El derecho a la ciudad. New Left Review, (53), 23-39.

Quijano, A. (2014). Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina. En Cuestiones y horizontes: de la dependencia histórico-estructural a la colonialidad/descolonialidad del poder (pp. 778-832). CLACSO. (Trabajo original publicado en 2000)

Perlman, J. (2010). Favela: Four decades of living on the edge in Rio de Janeiro. Oxford University Press.

Universidad Centroamericana José Simeón Cañas
Maestría en Desarrollo Territorial
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