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*Hacia un Desarrollo Sostenible: Equilibrio entre naturaleza y progreso (PARTE DOS)

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02/03/2025
Lidia Meléndez. Estudiante de 1° año de la Maestría en Desarrollo Territorial  

Imagen extraída de freepik.es

Habiendo expuesto el desarrollo sostenible, no solo como concepto, sino también con sus dimensiones y líneas de intervención, se denota que el desarrollo humano y la conservación ambiental no son conceptos incompatibles. Surgen entonces elementos claves como la noción de dignidad, la calidad de vida o la noción de capacidad básica: algo inherente a la persona y que exige ser desarrollado (Nussbaum, 2022, p.51) por tanto, el desarrollo debe enfocarse en ampliar las oportunidades y capacidades de las personas para vivir una vida plena. Sin duda, existen diferentes experiencias que se pueden mencionar para ejemplificar el equilibrio del desarrollo humano y el desarrollo sostenible. Por un lado, esta Suecia, que presenta proyectos de economía verde, buscando impactar en la reducción de deshechos, contaminación ambiental, uso de químicos para cultivar la tierra e impulsando políticas de reciclaje con el objetivo de no afectar el crecimiento económico en donde la economía verde ha permitido reducir el impacto ambiental sin afectar el crecimiento económico, pero también ponderando la calidad de vida (Heshmati y Rashidghalam, 2021) resaltando el trabajo en conjunto de diferentes actores, gobierno, ciudadanía, empresa privada y academia, basándose principalmente en la creación de una cultura de conciencia ambiental. Por otro lado, Costa Rica, desde la inversión en turismo ecológico o eco turismo (Llorente, 2018), además de generar e impulsar energías renovables, que han buscado no destruir la biodiversidad de su entorno, resaltando como elementos claves que los actores y agentes involucrados, puedan obtener beneficios socioeconómicos distribuidos equitativamente, entre los que se cuenten oportunidades de empleo estable y de obtención de ingresos y servicios sociales para las comunidades anfitrionas, y que contribuyan a la reducción de la pobreza (Llorente, 2018). En ambos ejemplos podemos determinar que el desarrollo humano y el desarrollo sostenible se vinculan y se reconectan en diferentes niveles, más que todo como elementos complementarios que garantizan el bienestar. Para lograr un equilibrio real, es necesario que dentro de las estrategias y acciones que se propongan se priorice articular lo local con lo nacional, lo nacional con lo regional, lo público con lo privado, buscando generar una sostenibilidad temporal a corto, mediano y largo plazo, centralizando la inclusión de todos los actores de la sociedad y el respeto a sus derechos humanos.

La propuesta a futuro del desarrollo sostenible depende de la capacidad de las naciones y sociedades para hacer cambios a estrategias innovadoras que se comprometan con la protección del medio ambiente, pero que sigan generando el desarrollo económico ideal para sus territorios. Es acá, en donde surge una clara tendencia donde cualquier alternativa entiende que el desarrollo no puede estar restringido al crecimiento económico, y las metas enfocadas en la calidad de vida y la protección de la Naturaleza se vuelven centrales (Gudynas, 2011, p.52). Sin dejar de lado, elementos de desarrollo humano, como la salud y educación, los cuales serán fundamentales para aumentar los niveles de participación ciudadana, la concientización del entorno y la generación de propuestas inclusivas para el bienestar de la población, vinculando estratégicamente al papel fundamental del Estado en estos escenarios ideales de desarrollo, para que pueda generar, ordenar y vincular las relaciones con otros actores, así como su papel de estructurar e integrar, iniciativas, esfuerzos y acciones en torno a proyectos de nación o políticas públicas que permitan trabajar para un bien común. Teniendo en cuenta lo anterior, existen diferentes estrategias territoriales, ya aplicadas con éxito o en proceso de implementación que puedan apuntar a una sociedad sostenible en equilibrio con la prosperidad económica, desde el paso a fuentes de energía limpia como la solar y la eólica, con el objetivo de reducir la dependencia de combustibles fósiles y disminuir las emisiones de gases contaminantes, la planificación de urbanizaciones sostenibles con espacios verdes y transporte público eficiente, hasta elementos más profundos, como generar una conciencia ambiental en la población, para que puedan comprender como la sostenibilidad es fundamental para establecer hábitos responsables y una mayor participación ciudadana en la protección del medio ambiente.

En conclusión, la transición hacia un modelo de desarrollo sostenible es urgente, el comprender que la naturaleza no es un obstáculo para el desarrollo, sino su base es esencial. Sin embargo, son muchos los retos que aún se deben enfrentar, ya mencionaba Gudyna (2011) que el “desarrollo es todavía un sueño anhelado, pero también combatido: una idea que se despliega, para enseguida recibir críticas y cuestionamientos, se adapta, y se reconfigura bajo una nueva versión que se presenta como superación de la anterior, pero que vuelve a sumirse en la crisis al poco tiempo” (p.39). Y justamente en la actualidad, con un escenario en donde se presenta una coyuntura a nivel político complicada, tomando en cuenta las posturas escépticas frente al cambio climático y las políticas ambientales de gobernantes de naciones como Trump en Estados Unidos o Milei en Argentina, que puede mermar en los (pocos) logros en los que han avanzado las naciones del mundo en temas de desarrollo sostenible, debilitando las acciones climáticas; sin embargo, siguen en pie y existiendo diferentes iniciativas globales que muestran que es posible avanzar hacia modelos de desarrollo más justos y sostenibles, a través de la creación e implementación de estrategias de desarrollo territorial bien planificadas, la adopción de tecnologías sostenibles y una mayor conciencia ambiental, es posible garantizar un futuro que pueda prosperar siempre que haya voluntad política y compromiso ciudadano.

 

Bibliografía consultada:

Brundtland, G. (1987). Nuestro Futuro Común (Informe Brundtland). Comisión Mundial para el Medio Ambiente y el Desarrollo de la ONU.

Fulcher, J., & Tejada Caller, P. (2009). El capitalismo: una breve introducción. Madrid: Alianza Editorial, DL 2009.

Gudynas, E. (2011). Debates sobre el desarrollo y sus alternativas en América Latina: Una breve guía heterodoxa. Más allá del desarrollo, 1, 21-54.

Heshmati, A., & Rashidghalam, M. (2021). Assessment of the urban circular economy in Sweden. Journal of Cleaner Production, 310.

Llorente Pastor, L. B. (2018). Costa Rica: un ecodestino sostenible de éxito. Universidad de Valladolid.

Nussbaum, M. (2012). Crear capacidades. Una propuesta para el desarrollo humano. Editorial. Nussbaum

Rojas, G. E. R. (2023). Desarrollo sostenible como principal impulsor del crecimiento económico. Ciencia Latina Revista Científica Multidisciplinar, 7(2), 9918-9928.

Willis, K. (2011). Theories and Practices of Development. Routledge. 

 

*Este artículo forma parte de trabajos presentados en la asignatura Teorías del desarrollo

Universidad Centroamericana José Simeón Cañas
Maestría en Desarrollo Territorial
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