El período 2019-2024 quedará registrado como el que generó transformaciones profundas en la institucionalidad relacionada con lo territorial, la que se había ido creando paulatinamente durante más de 40 años.
Para mostrar lo existente en cuanto a normativas y organizaciones vinculadas con el nivel municipal, se presenta la siguiente línea de tiempo.
Además de lo presentado en la figura anterior, hay otra institucionalidad menos formal, menos “legislativa” que fue surgiendo, y que tiene que ver con las dinámicas territoriales que se desarrollaron en los municipios, principalmente al finalizar el conflicto político-militar con la firma de lo que se conoce como los Acuerdos de Paz, y que está relacionada con el establecimiento de espacios organizativos y de participación de la población, tanto a nivel de comunidades específicas como del municipio en su conjunto, y que fueron parte de diversos procesos de planificación territorial que se llevaron a cabo desde mediados de los 90´s a mediados de la década del 2010.
Y es que, en nuestro país, al igual que lo habían hecho otros países de Europa y América Latina en los años 70´s y 80´s, la finalización del conflicto dio paso a un proceso de revalorización de los espacios locales, se les reconoció a los municipios su potencialidad y posibilidad de transformarse positivamente, y con ello contribuir al desarrollo del país en su conjunto.
Este proceso de valorizar los municipios también llevó a valorar los gobiernos locales reconociéndoles su rol protagónico, junto a la población, en los cambios tan necesarios que se necesitaba impulsar en el camino a mejorar las condiciones de vida de la población en cada uno de los lugares. Esto fue posible por la existencia de una relativa cercanía entre los gobiernos municipales y la población, que permitió una interlocución directa y la mayoría de veces, productiva.
Hay que decir que, en estas dinámicas transformadoras, el papel del ISDEM fue muy importante, ya que era la instancia que apoyaba técnicamente a los municipios en diversas áreas: medioambiente, planificación, contabilidad, y en general en la gestión de estos territorios. Asimismo, el FISDL dio un fuerte apoyo a las municipalidades en cuanto a los proyectos de infraestructura y servicios que le presentaban, dando el soporte técnico necesario para convertir los proyectos en obras. Es claro que detrás de todos estos esfuerzos los municipios contaban con el FODES para financiar la ejecución de diversos proyectos.
A este momento, ya no existe el ISDEM, ni el FISDL, y el FODES se ha reducido drásticamente, lo que ha dejado a los gobiernos municipales, que son los responsables de la gestión del territorio, con la imposibilidad de continuar apoyando a la población como lo venían haciendo, tanto a través de las instancias mencionadas como con sus propios proyectos de corte social, tales como el mantenimiento de parques, apoyo a las escuelas, becas para jóvenes de escasos recursos, clínicas médicas municipales, apoyo a personas emprendedoras, entrega de canastas alimenticias para personas adultas mayores, entre otras acciones.
Y en este momento, en el que se pasó de 262 municipios a 44, es posible vislumbrar que esa cercanía que existía antes de la reestructuración municipal, y que permitió que se estableciera algún nivel de diálogo entre gobiernos municipales y población, en función de definir acciones prioritarias en el municipio, y que gracias al FODES se podían atender, ya no existirá más; una afirmación que será más cierta en función del número de distritos asociados a cada municipio, al nivel de necesidades desatendidas que existan, y a los recursos de que se dispongan.
Y no es la intención dejar la sensación que todo lo que existió antes era perfecto, para nada, eso no existe, todo es perfectible; lo que se quiere dejar sentado es que había un camino recorrido que provocó transformaciones importantes en los 262 municipios, gracias a la existencia de una institucionalidad formal e informal que se fue construyendo y que hoy se ha dejado de lado.