El término “mayorías populares” es central en el pensamiento de Ignacio Ellacuría tanto en términos políticos, teológicos como filosóficos. Para otras personas podría ser un concepto trasnochado propio del siglo XX de aquel período agitado de revoluciones en el entonces llamado Tercer Mundo (que, aunque cambie de nombre en el siglo XXI, la realidad sigue siendo la misma para ese mundo de tercer nivel). De hecho, en un coloquio reciente con colegas del Sur, se preguntaban por la presunta actualidad de las “mayorías populares”. Por supuesto, las mayorías populares u oprimidas del siglo XXI, aunque similares, son diferentes del proletariado típico del siglo XIX o del movimiento campesino revolucionario del siglo XX. Aquí hay todo un tema de esclarecimiento sobre quiénes son estas mayorías en la actualidad. El precariado: una nueva clase social de Guy Standing (Pasado y Presente, 2013), puede ser un buen punto de partida para la reflexión para actualizar el concepto a partir de la realidad. Pero, pensar que ya no es actual, es como pensar que Lc 6,20 ha de dejado de ser actual. Es actualísimo. Allá cada uno cómo procesa, política o teológicamente el asunto, pero la realidad, clama.
Pues bueno, el concepto es la clave de construcción de una nueva sociedad (ese el punto central de “Utopía y profetismo”). Tan clave que, a criterio de Ellacuría, la misión Universidad solo podía entenderse desde las mayorías oprimidas. Por supuesto, tiene implicaciones para los términos de compromiso personal: en libertad, uno puede elegir configurar su vida a propósito de las mayorías, o no. El desarrollo, territorial, local o humano o sostenible o como quieran, no es lo mismo si se determina desde intereses y necesidades de las mayorías, o si se determina según intereses y necesidades de otras entidades: clase dominante, empresas transnacionales, etc. Largo he tratado en otra parte esta vinculación del desarrollo territorial, el sistema de actores y las mayorías.
También da como para que se convierta en instrumento de sospecha, para dudar de las cosas y los discursos. La inflación, local y mundial, que se nos viene encima, ¿es por la inyección excesiva de moneda en el mercado? Esta inyección habría venido por múltiples apoyos monetarios (en EEUU, en Europa y también en El Salvador) que de diversas formas se dieron a propósito de la pandemia. El exceso del circulante resulta en inflación. Por eso los economistas y políticos (neoliberales, sobre todo) se oponen a cualquier mejora salarial, bajo el supuesto que conduce a un incremento de precios. El empresario deberá pagar más vía salarios y por tanto, encarecer el proceso de producción, obligado a subir costos y precios para mantenerse rentable.
Un estudio reciente señala que al menos el 60% del alza de precios tiene que ver con intereses corporativos del gran capital y que, en última instancia, en realidad, el problema de la inflación tiene que ver más con la codicia típica del capital y los capitalistas. Un elemento clave aquí es el petróleo y sus derivados. Aunque a inicios de la pandemia el precio del barril bajó (incluso debajo de cero) tiene unos precios actuales increíbles… sí, claro, las fuerzas del mercado, bla, bla, bla… En términos reales no cuesta más extraer y procesar el petróleo. La codicia de los productores y exportadores está a la orden del día. Sí, claro la guerra en Ucrania tiene su impacto, pero ni Rusia, ni EEUU ni los países árabes han dejado de producir y exportar. Más bien aprovechan la ocasión para vender caro, en el fondo, “porque no se sabe cómo estará más adelante”. Igual podemos comentar con la escasez relativa de chips (producción china mayoritariamente) o el problema del transporte y los fletes. Son los términos de la configuración del capital. No son los subsidios o el mejoramiento salariales de las mayorías. Al contrario, las mayorías si no se han empobrecido, han pasado precisamente ha condición precaria, como ya hemos aludido antes.
Las mayorías por tanto son clave para comprender el futuro del mundo, pero también la posibilidad de develar la verdad de las cosas. Por supuesto, podemos preferir en última instancia quedarnos con alguna explicación en apariencia verdadera, o endiosar una teoría aparentemente efectiva o desarrollar y mantener un discurso que hablando de las mayorías, más bien las esconde.
Circuló no hace mucho una entrevista a Francia Márquez, recientemente elegida vicepresidenta de Colombia, a propósito del “vivir sabroso”. Lo que se espera “normalmente” es que los nadie – las mayorías invisibilizadas – una vez llegado el momento, aprovechen la situación – pequen en arca abierta – y vivan sabroso… Así, pues toca gozar de todas las prebendas que el cargo de vicepresidenta tiene… salarios, comodidades, etc… Y no, no se trata de eso el “vivir sabroso” Se trata de dignidad. Ahí hay un mensaje para todos nosotros que surge desde el clamor de la realidad que hacen presente las mayorías. Ya es un buen comienzo que nos cuestionen.