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Reducir o aumentar municipios: ¿ni fu ni fa?

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19/06/2023
Luis Antonio Monterrosa. Docente de la Maestría en Desarrollo Territorial.  

Tras la presentación de la propuesta gubernamental en la Asamblea Legislativa para reducir los municipios de 262 a 44 han aparecido diversos análisis y comentarios, unos a favor, otros en contra. Para algunas personas, esta reducción traerá beneficios y es bueno; para otras personas, esto no traerá ningún beneficio para la población. Estas afirmaciones de carácter ético son absolutamente discutibles. En realidad, ambas pueden ser falsas y verdaderas simultáneamente. Depende de un sistema de referencia ético desde donde se juzgan. La pregunta es si hay un marco absoluto de referencia. Estos pueden ser propuestos, pero no impuestos y por supuesto, pueden ser cambiantes históricamente.

Incluso si hoy no trae beneficio, habría que explicar por qué antes sí los tenía. O si hoy trae maleficios (lo contrario de beneficio), hay que explicar por qué antes no los traía. En realidad, es una propuesta de la que casi se puede decir tiene su toque añejo. Los y las expertos en desarrollo local y/o territorial saben que al menos hace un par de décadas se viene planteando. Algunos antiguos propulsores ahora aparecen contrarios, otros antiguos contrarios, aparecen propulsores. Por supuesto que los supuestos políticos y administrativos arrojan consecuencias más que meramente administrativas.

Ahora bien ¿es bueno o malo? Depende del marco de referencia ético. Por eso para unos y otros es beneficioso y para otros, no. Entonces ¿estamos abocados al relativismo? ¿Depende de lo que cada uno, cada una quiera y pueda pensar y definir? No. Hay dos caminos para resolver esto. Por un lado, confrontar los esquemas morales: ¿por qué decimos traer beneficios y por qué decimos que no? Escuchamos y dialogamos y, si se registran las condiciones propicias mínimas para el diálogo, algo bueno puede salir. Sí, se dirá: “no se puede hablar con ellos”. Lo he oído muchas veces, desde distintos ángulos y colores pero, si creo en lo que esencialmente es cultura de paz, no puedo renunciar a insistir en ello a pesar de los peros (véase aquí lo que escribí sobre apocalípticos e integrados en contexto de pandemia y sobre polarización diálogo y tercera fuerza). El segundo camino es construir un marco de referencia que tengo un punto de partida sólido y que como tal, sea aceptable para todo mundo, al menos desde el punto de vista de razón. Como Descartes, después de poner todo en duda, alcanza un punto de partida sólido: “Cogito, ergo sum”.

A mi gusto, ese punto de partida lo dan las consideraciones esenciales en torno al “sistema de actores”. Ya he presentado escuetamente ideas al respecto en entregas anteriores y, por tanto, no las voy a repetir aquí. Baste matizar algunas cosas más. Aquí “sistema de actores”, no igual meramente a “la gente”, “el pueblo” o “la población local”. Supone un cierto nivel de conciencia (dicho en términos clásicos conciencia “de sí” y “para sí”) y la configuración de tal sistema como actores, autores y agentes. Pero es que ¡eso no lo tenemos! ¡A la gente le dan, (unos y otros) atol con el dedo! De acuerdo, entonces, un paso esencial ha de ser construir ese sujeto histórico para que la declaración de benéfico o maléfico tenga sentido operativo. Es ahí un punto donde, me parece, nos perdemos haciendo una discusión “hacia arriba” y “desde arriba”, necesaria pero insuficiente si no miramos hacia abajo y contribuimos a la construcción del sujeto histórico… en parte se da así porque seguimos pensando que los técnicos, intelectuales y funcionarios (gubernamentales o no gubernamentales) somos el sujeto histórico que hablamos por el pueblo.

Desde esta perspectiva, cuando situamos sistema de actores frente reducción/aumento de municipios entonces el juicio de valor que se puede proponer tiene un carácter distinto. Corresponde a la apropiación de una posibilidad. No depende de lo que el funcionario, gubernamental o no gubernamental, haga o diga, sino de lo que el sujeto histórico (el sistema de actores) haga con esa posibilidad que se le presenta como reducción – mantenimiento – aumento de municipios y la haga suya. Por eso, reducir – mantener – aumentar el número de municipios, en realidad, ¡ni fu, ni fa!, porque es un a priori extremadamente hipotético mientras el sujeto histórico no define las posibilidades de su apropiación (hacer suya la opción).

Históricamente podría decirse que este sujeto histórico no existe plenamente. De acuerdo. ¡Construyámoslo! Ese sujeto histórico podría haberse apropiado del número anterior de municipios y haber conducido su bienestar por esa senda. Lo hizo o no lo hizo, el asunto es que estamos frente a un posible cambio. ¿Podrá el sujeto histórico – sistema de actores apropiarse en su beneficio tal transformación? Por supuesto. Por eso es improcedente decir tajantemente “no beneficia”. ¿Podrá el sujeto histórico – sistema de actores verse afectado negativamente por tal transformación? Por supuesto, sobre todo si no puede apropiarse de tal posibilidad por los mecanismos sociopolíticos establecidos. En ambos casos, depende de la calidad organizativa y de conciencia de ese sujeto histórico. ¡Pero ese sujeto no existe! Bueno, ¡construyámoslo!

 

Imagen retomada de: www.freepik.es

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