Como Maestría en Desarrollo Territorial hemos recibido con sorpresa la noticia circulada en estos días en relación con el despido de personal del Instituto Salvadoreño de Desarrollo Municipal, ISDEM, y su posible cierre. Una situación que, aunada a otras que se están dando en el manejo de las decisiones públicas en el país, generan preocupación, desconcierto e incertidumbre. Es por esto que nos permitimos hacer las siguientes consideraciones:
- El ISDEM fue creado en el año 1987, con el objetivo de proporcionar asistencia técnica, administrativa, financiera y de planificación a las municipalidades del país, con la finalidad de capacitarlas para que cumplan de mejor manera con sus funciones y atribuciones.
- A lo largo de estos más de 30 años de existencia, el ISDEM ha desempeñado un rol importante y especializado en función de cumplir con el mandato que le fue establecido en su ley de creación, y de eso son testigos los distintos gobiernos locales, así como el personal de las municipalidades. Precisamente por lo anterior, ha sido una sorpresa conocer la noticia de los despidos masivos del personal del ISDEM y de su posible desaparición como instancia de apoyo a las municipalidades del país.
- Tomar la decisión de cerrar una instancia como ISDEM, o anular de hecho su funcionamiento, no sólo vulnera la autonomía de dicha instancia, por ser un ente público y autónomo en la administración de sus bienes, sino también hace que las 262 municipalidades del país queden sin el apoyo necesario desde una instancia pública, que es el que les ha permitido generar transformaciones importantes en la manera de gestionar los municipios.
- Nuevamente se dan despidos arbitrarios de personas preparadas y con experiencia, lo que viola una vez más el derecho a la estabilidad laboral del funcionariado público. Es evidente que las personas que han sido despedidas van a engrosar las filas cada vez más crecientes de desempleados, sin que tengan posibilidades reales de incorporarse de nuevo al mercado laboral en condiciones dignas.
- Esta situación, aunada a otras que estamos viendo en el ámbito institucional del desarrollo territorial (reformas a la Ley del FODES, disminución del porcentaje asignado, la no entrega del mismo a las municipalidades, el anuncio de la creación de la Dirección Nacional de Obras Municipales, entre otras), motiva a pensar que estamos frente a una escalada de una lógica centralista y centralizadora desde lo público, lo que viene a ser un retroceso en los avances que se habían tenido para impulsar en el país procesos de desarrollo territorial.
Por lo anterior, queremos no sólo externar nuestra preocupación por lo que está sucediendo, sino también expresar nuestra solidaridad con el personal del ISDEM, ya que estamos convencidos que instancias como esta han dado y deben seguir dando un aporte importante a las 262 municipalidades del país, en función de apoyar su quehacer de cara a las transformaciones que se necesitan para mejorar la vida de la población, desde los distintos territorios en los que habita.