La idea central de este texto es hacer una aproximación a la problematización de un fenómeno que se considera afecta lo que sucede en los territorios al interior del país, principalmente cuando se quiere impulsar procesos de desarrollo territorial, y está referido a la decisión de migrar que toma la población y a la respectiva entrada de remesas que esto puede generar.
Es obvio que la marginación a que han sido sometidos la mayor parte de territorios subnacionales en el país, por la concentración de la atención pública y privada en algunos lugares, ha llevado a que existan algunos territorios en los que su población no ve posibilidades de satisfacer sus necesidades básicas, por lo que deciden salir de él, convirtiendo a estos lugares en territorios expulsores de población, y a la vez, receptores de remesas.
La recepción de remesas, de alguna manera constituye un elemento generador de asimetrías intraterritoriales e influye en el imaginario de la población de estos lugares, quienes ven la decisión de migrar como una alternativa a la salida de la relación asimétrica que se establece entre familias que reciben remesas y aquellas que no.
Si bien antes de los años de convulsión política en el país (70´s), era claro que el principal motivo que la gente tenía para migrar era la búsqueda de mejores oportunidades de vida, muy marcada por lo económico; en la actualidad eso se ha complejizado de tal manera que se puede identificar un conjunto de elementos vinculados entre sí que pueden estar detrás de la decisión de migrar, entre los que se puede mencionar la falta de empleo e ingresos apropiados a las necesidades de las familias, la violencia delincuencial, institucional y familiar, la relativamente rápida mejoría en las condiciones de vida de las familias receptoras de remesas, entre otros.
Un dato interesante es que para 1990, se estimaba que más de medio millón de salvadoreños se encontraban en el extranjero, veintiocho años después se dice que son más de 2.5 millones (Acuña, 2011), un número nada despreciable para un país tan pequeño.
Relacionado con lo anterior, se tiene que las remesas han mantenido una tendencia creciente en los últimos años. En el 2005 entraron al país en concepto de remesas más de $2.8 billones de dólares; para el 2013 era de $3.9 billones de dólares, aproximadamente 16% del PIB (Hurtado, 2014), y en el 2021 llegaron a superar los $7,5 billones de dólares; por lo que puede afirmarse que las remesas siguen teniendo mucha importancia para la economía de las familias con migrantes y para el país en su conjunto.
Examinando información más desagregada territorialmente, Hurtado (2014), señala que los tres departamentos que tienen los porcentajes más altos de hogares que reciben remesas; son La Unión, San Miguel y Usulután, con 41.2%, 32.9% y 28.5%, respectivamente. Estos tres departamentos son del oriente del país, una zona tradicionalmente marginada tanto por lo público como por lo privado.
Obviamente detrás de las remesas está la migración de muchas personas, para las cuales tomar la decisión de hacerlo no ha sido fácil, y seguramente ha tenido diversas causas. De hecho, el individuo como tal en su proceso de construcción social, está marcado, influido por muchas cosas no sólo del presente, sino también del pasado y del futuro previsible para él. Y es que a decir de Schutz (1995), vivimos en un mundo cultural intersubjetivo, por lo que somos parte de un todo que nos imbuye en relaciones pasadas, presentes y futuras; que puede definir, por ejemplo, cuál es el sentido pensado realmente por el sujeto cuando se ubica frente a un fenómeno del cual está pensando formar parte, como son las migraciones.
La recepción de remesas por parte de las familias en distintos territorios del país genera transformaciones importantes en sus condiciones de vida; las cuales son vistas por sus vecinos como una mejora sistemática por ejemplo, en la vivienda que tienen, su alimentación, el transporte al que acceden, la recreación, el pago de sus deudas y otras cosas; lo que posiblemente y de forma paulatina ha ido “mejorando” el nivel de vida, el status de las familias receptoras de remesas, lo cual puede crear un “efecto imitación” que comienza a formar parte del imaginario de las personas que están pensando o deciden migrar; de allí de ver a la migración y la entrada de remesas a las familias, como un factor generador de asimetrías al interior de territorios con procesos migratorios históricos y por lo tanto consolidados.
Al observar algunos territorios con procesos históricos de migración, surgen cuestionamientos como los siguientes: ¿Por qué se va del país la gente que desarrolla alguna actividad formal o informal que le genera ingresos?, ¿Cuáles son los municipios considerados más expulsores de población? ¿Son los más violentos?, ¿Cuál es la relación que existe entre municipios receptores de remesas y necesidades básicas satisfechas o insatisfechas? Siendo la gran pregunta ¿Cuál es la relación que existe entre la mejora del nivel de vida de las familias receptoras de remesas en un territorio específico, y la decisión de migrar que toma la población cercana a ellas?
Reflexionar sobre este aspecto de la decisión de migrar tendría implicaciones importantes para las ciencias sociales en cuanto al entendimiento del fenómeno, sin perder de vista que no va a ser posible explicarlo sólo a partir de una sola causa, ya que es multicausal y que se puede pensar incluso en una combinación de causas, en las cuales el “efecto imitación” por la mejora del status no ha estado muy presente.
Referencias bibliográficas
Acuña González, G., Vooren, K., Alfaro Moscoso, M., Smith Santiago, M., & Herra, E. (2011). Flujos migratorios laborales intrarregionales: situación actual, retos y oportunidades en Centroamérica y República Dominicana.
Hurtado de García, X. C., & de Palacios, M. O. (2011). Los salvadoreños en Estados Unidos, sus remesas familiares y el impacto de la crisis económica. Documento de trabajo, (2011-01). (2014-01).
Schutz, A. (2003). El problema de la realidad social. Escritos I. Amorrortu. Buenos Aires.