Ya: suena raro y enredado el título. Una manera de llamar la atención. Pero el avezado lector adivinará por donde puede ir el asunto dejando que de las palabras fluya cierta música. No voy a hablar expresamente del tema bitcoins porque comienzo apenas a documentarme sobre el tema, sino más bien sobre lo que supone la irrupción del tema. Pero antes de concentrarme en la irrupción, no puedo dejar de comentar cómo me impacta la admiración, filosóficamente hablando, de lo que supone el simple tema del bitcoins. Ahí donde algunas personas lo reducen a asunto financiero, en realidad salta el tema de construcción de consenso, descentralización, criptografía, tecnologías subversivas, etc. Para mí es sencillamente ¡sorprendente! El tema es más que meramente financiero: es informático, matemático, anarquista… y por supuestos, es desarrollo territorial.
Y este es el punto sobre el que quiero comentar: la irrupción del tema a propósito de algunos anuncios en el escenario político. Este es un buen ejemplo de cómo la discusión tiene su nivel de polarización, donde la fanaticada diabética y los que gustan del análisis hepático se encuentran a sus anchas. Lo que más me sorprende es la facilidad con que se repiten fácilmente frases hechas o desechas anunciando, analizando, profetizando y anatematizando lo que es y no es. Considero que mi obligación ciudadana y académica sobre todo es la de informarme adecuadamente con fuentes respetables, no con panfletos – ni diabéticos ni hepáticos, dicho sea de paso.
Para alguna gente es momento de definición “estás aquí o allá”, típico de “si no estás con nosotros, estás con ellos”. Detestable situación, porque tiende a inhibir el intento del análisis genuino… y digo “intento” porque no siempre es exitoso. Me parece que nuestra obligación no es solo saber, sino sobre todo saber bien. No saber cualquier cosa, sino saber bien como producto de la búsqueda de la verdad… nunca tan lejos el dicho evangélico de “busquemos la verdad, que la verdad no hará libres”.
Como digo, del asunto da para hablar técnicamente muchísimo. Por supuesto, en todo hay manipulación posible, pero aquí debemos proceder como cuando nos aproximamos a un autor: primero debo entenderlo antes de criticarlo, descubrir sus grandezas y aportes a la vez que sus limitaciones. Y efectivamente el saber que se encuentra detrás de las cryptocurrencies y de la tecnología del blockchain es para quedar con la boca abierta. Pero la gente se está quedando con la imagen simple de “el bitcoin es volátil”.
Me parece que el saber bien es un imperativo moral del tipo kantiano: si no nos sometemos al agudo proceso de saber, de entender de las cosas, del análisis crítico fácilmente podemos ser presa del fanatismo diabético o del análisis hepático. Sin la búsqueda del saber nos quedaremos con la mera apariencia. Y aquí tenemos ciertamente una misión: la de apoyar con el conocimiento al “pueblo bajo, municipal y espeso” (Rubén Darío)… y quizá apoyar no sea la palabra más apropiada, porque a veces sabe más que uno. Sin duda la gente de Playa El Zonte tiene mejor idea del bitcoin porque ha tenido la experiencia real desde hace dos o tres años.