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XXXIII aniversario mártires UCA: “porque la lucha es justa, la esperanza no desfallece”

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13/11/2022
Rommy Jiménez. Docente de la Maestría en Desarrollo Territorial, UCA.  

Este año se conmemora el trigésimo tercer aniversario de los y las mártires de la UCA, con la frase “porque la lucha es justa, la esperanza no desfallece”, y que retomado como título de este breve escrito. Y en ese marco quiero compartir algunas reflexiones. Además de este lema, el afiche para este 2022, contiene los rostros no solo de los mártires de la universidad, los sacerdotes jesuitas, Elba y Celina Ramos, también el de personas destacadas en la lucha por la justicia y la dignidad en El Salvador, y  de aquellas que conforman parte de ese pueblo trabajador. Las imágenes son un merecido homenaje a estas mujeres y hombres cuya labor hizo posible cambios y transformaciones en el país en muchos casos desde labores que podrían parecer titánicas o de David ante Goliat, el Quijote ante los molinos de viento, o una utopía, pero como ha dicho Galeano esta sirve para caminar.

Ese compromiso invita a no olvidar, a recordar la mesa común, en esa en la quiero creer que a “nadie le falta el conque”, sin olvidar que la dignidad es una parte importante de ello.  Hace un par de días en una conversación, justamente sobre lo significativo de estas imágenes que conmemoran el aniversario de este año me llamó la atención que se decía “son las rosas de Obdulio”. Si, esas flores que tanto significado tienen, que son el símbolo de esas vidas, ahora a ese jardín se han sumado otras que simbolizan ese martirio que tiene otros nombres igualmente valiosos.Don Obdulio, al igual que El Principito, amaba sus rosas.

En este blog y en otro momento escribimos sobre la importancia que tiene la figura de Elba y Celina Ramos, puesto que ellas condensan el martirio del pueblo salvadoreño. Una situación que a lo largo de la historia del país podemos encontrar con un lamentable saldo de víctimas y que no se puede ignorar.  En este aniversario de la masacre de la UCA no solo es para recordar a quienes padecieron el martirio, sino también que la barbarie y la irracionalidad de cegar la vida de otro ser humano no se debe repetir. 

Uno de los rasgos más significativos de los sacerdotes jesuitas asesinados el 16 de noviembre de 1989 fue comprometerse con los más desposeídos. Quienes les conocieron personalmente, o fueron sus estudiantes con toda seguridad podrán recordarles con esos detalles que la relación humana permite, recordar los aprendizajes que en muchos casos trascienden en el tiempo. En esto último, la labor de acopio y resguardo de la producción intelectual de los padres Ignacio Ellacuría, Segundo Montes e Ignacio Martín Baró ofrecen una oportunidad para reconocer en sus escritos esa lectura de la realidad del país, de las condiciones de los sectores más desposeídos y empobrecidos. Y ello sin duda tiene un significado muy concreto el de la opción preferencial por los pobres.

 

La búsqueda de una sociedad más equitativa y del bien común, de la dignificación de las víctimas, del respeto a los derechos humanos, al bien común es válido y permanece en el tiempo.  Eso significa no abandonar esa apuesta por la búsqueda de una sociedad más justa, en la que se debe visibilizar las inequidades, sino también trabajar en la formulación de propuestas y apuestas por cerrar las brechas de la inequidad, de la exclusión. 

 

El reconocimiento y visibilización de esas inequidades de la sociedad salvadoreña señala no solo los desequilibrios territoriales, también las desigualdades que aún no hemos superado. Seguimos teniendo una sociedad desigual en la que unos pocos tienen mucho ante  una mayoría que tiene poco. Y en esto no se trata de que se aprueben medidas cortoplacistas o que tienen peligrosas consecuencias en el corto, mediano y largo plazo, de propaganda o que son simples falacias. Lo que se requiere son políticas en clave de desarrollo territorial, que no solo están referidas a lo económico, se necesita de una apuesta en la que las personas son el centro, pero también que se construyan desde un enfoque sistémico que supone superar la lógica de la atomización, sino más bien que parte de una visión que reconoce que existen múltiples causalidades para la desigualdad, pero también diferentes subsistemas que se entrelazan en los municipios y en las regiones. Una visión y una posición de las que nos posicionamos por acciones integrales a favor de las personas, de la ciudadanía. 

Para cerrar este artículo quiero rescatar lo que, al recibir el premio nacional de Cultural en el año 2005 pronunciara un gran maestro, Francisco Andrés Escobar, sobre lo que llamó moralistas sociales, y en los cuales incluyó al P. Ellacuría: “ viven desde su muerte, hablan desde su silencio, iluminan desde su sombra, recuerdan desde su olvido, por lo que una vez hicieron y dijeron” (Escobar, 2010, p.104).

 

Referencias bibliográficas

Escobar, F. A.(2010) Santos históricos y moralistas sociales. Revista Cultura N°103, julio-octubre 2010. Secretaría de Cultura de la Presidencia

Universidad Centroamericana José Simeón Cañas
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